La crisis, la corrupción en materia de contratación pública, la malversación de dinero público y una lista interminable de malas acciones políticas que vemos en televisión, en los periódicos e incluso que escuchamos en las conversaciones mantenidas en la espera del médico y en la toma del café. Si nos paramos a pensar en las cosas negativas derivadas de la política, cualquiera sería capaz de completar un breve artículo. Pero… ¿y si piensan en lo que beneficia tener un sistema político, que gobierne, que dirija? ¿Son capaces de enumerar con la misma facilidad?
Es evidente la falta de confianza que aflora ante los presentes partidos políticos, dada su ambivalencia en ciertas de sus acciones. De tal forma que es lógico que se vea incrementada la dificultad para poder centrarse en la existencia de que la verdadera pluralidad de partidos es debida y está constituida gracias a una sociedad democrática, la cual es la cumbre de un Estado de derecho y de bienestar para los ciudadanos.
En gran medida asociamos y focalizamos las actuaciones políticas a las acciones realizadas en el ámbito económico y nos olvidamos de las políticas vigentes orientadas a mejorar el bienestar social. Aunque sin duda vayan estrechamente relacionadas, los niveles de riqueza alcanzados no lo son todo para las personas.
Actualmente en casi todos los países del mundo el sentimiento mayoritario es de felicidad. Aún en estos tiempos de crisis, cumplido el requisito de tener cubiertas las necesidades materiales mínimas, una mayor riqueza de los países no incrementa el bienestar subjetivo de sus habitantes. Por tanto, ¿se han preguntado qué acciones están dirigidas a incrementar nuestra felicidad?
La percepción propia de bienestar en España (6,2) se encuentra por encima del promedio mundial, lo cual evidencia la influencia del nivel de salud, la riqueza y el acceso a la educación en el bienestar subjetivo de los habitantes. En el desarrollo de estos factores inciden las instituciones públicas y los órganos de gobierno a través del Estado del Bienestar y otras muchas acciones que no forman parte de nuestro foco de atención. El ser humano centraliza su mirada en aquello que le es más cotidiano. A esto hay que sumarle la gran característica que tenemos de decirnos lo mal que hacemos las cosas, en vez de, comunicar abiertamente una crítica constructiva, o expresar lo buenos que somos o lo bien que realizamos nuestros propósitos. De tal forma que nuestro cerebro, no dirige sus sentidos hacia un análisis objetivo de la información, sino que obvia aquellas medidas orientadas hacia el desarrollo, dirigidas a cambiar y mejorar las condiciones de vida ciudadana.
Si nos retrotraemos a la historia de los partidos políticos, encontramos un ansia de lucha contra el sistema económico y profesional y de conseguir un sufragio universal. Así mismo, aún en los tiempos que corren y pese a que parezca increíble, hay personas que participan en la política y creen en la verdadera función de un sistema político, luchando para paliar la desigualdad formal y social y llegar a conseguir una igualdad sustancial. Hay que tener presentes, que estas personas de las que hablamos, no actúan por cuenta propia, es decir, no deciden las cosas, entre su partido, el Congreso de los Diputados y el Senado, pues, las decisiones se toman, en la gran mayoría de las ocasiones, condicionadas por otras potencias. No vivimos en una autarquía, vivimos de la colaboración con otros estados, situación que se puede ver fácilmente en el comercio internacional, las empresas multinacionales, y la libertad de tránsito y circulación de personas. Sin duda, podemos observar como sí hay personas que creen en la vida política y luchan por los derechos y libertades de las personas, por lo que no hay que menospreciar de manera tan generaliza su labor.
Por lo tanto, teniendo claro que en un sistema democrático es obvia la necesidad de un sistema con pluralismo político, lo que no se puede pretender es negar su eficacia, pues como ya he dicho, es una de las esencias de nuestro sistema; por lo que es preciso, recordar cuál es su finalidad y su necesidad de existencia. Esto se observa claramente, en el trabajo que se ha realizado y se realiza para que en este país exista el derecho a la organización colectiva o la libertad de cátedra, la implantación del Plan Nacional para la Inclusión Social o las políticas centradas en el género o la familia, que tanto han influido en el aumento de la tasa de empleo de las mujeres. Si bien es cierto, que estas entre otras muchas medidas están sujetas a mejora y es intrínseco al ser humano pensar así gracias al afán de superación intrínseco y contingente a la consecución de nuestros objetivos. No olvidemos que es necesario premiar y sentir la recompensa del trabajo ya realizado para poder seguir avanzado y progresando de manera óptima y exitosa.
Patricia Vicente Herrero