La comunicación de las malas noticias por parte de los profesionales

 

Investigadores como Lerman (1993) realizaron estudios sobre el impacto que tiene la forma de comunicar las malas noticias en los pacientes. Se encontró que los pacientes que habían expresado tener una mala comunicación con su médico, experimentaban más problemas durante su enfermedad, así como, presencia de estados de ánimo como angustia. Otros investigadores, por el contrario, hallaron que los pacientes que experimentaban satisfacción por la forma en que les habían comunicado noticias malas reportaron una mejor adaptación psicológica a corto plazo (de 3 a 13 meses) pero no a largo plazo (6 años). Según las investigaciones, la insatisfacción en el proceso comunicativo puede disminuir el afrontamiento al cáncer, así como aumentar las quejas y producir una mayor duda sobre los consejos eficientes de los médicos-.

El profesional sanitario debe ofrecer toda la información necesaria para que no aumenten los niveles de ansiedad ni de incertidumbre, puesto que esto podría incrementar  la desconfianza en los profesionales y en el tratamiento, entrando en una situación de indefensión.  En el momento en el que el médico comunica la mala noticia debe tener en cuenta que una persona necesita conocer todo lo que le preocupa para poder así controlar la situación. Si esto no ocurre, la ansiedad se apodera de la persona creyendo pues, que no puede manejar esa situación, viéndose indefensa.

En la comunicación de malas noticias se está ante una relación de médico-enfermo, en la que el médico es la base sólida de información sobre la enfermedad. El médico es el apoyo con el que cuenta la familia, el que va a contestar sus dudas y en el que tienen una esperanza para que la estructura de su familia se mantenga, puesto que según su diagnóstico cambiarán en mayor o menor grado muchos aspectos de su vida. Las personas cuando entran en un hospital mantienen expectativas sobre el médico, como por ejemplo, posesión de amabilidad, cercanía y sobretodo aportación de seguridad.

Los profesionales sanitarios tienen que tener en cuenta que según las características de los receptores tendrán que dedicar más o menos tiempo para comunicar la mala noticia, conocer la posible reacción de estos para saber actuar.

Está comprobado que hay una alta correlación entre la forma en la que se comuniquen las malas noticias y el afrontamiento o predisposición a la enfermedad y al tratamiento del enfermo y de la familia.  Por tanto, esta comunicación debe permitir al profesional entablar una relación de confianza con los pacientes y sus familias, la única base sólida para establecer un verdadero encuentro y la adhesión al tratamiento. Todo esto influye poderosamente en el proceso diagnóstico y terapéutico. Sin embargo, este proceso comunicativo conlleva un grado de dificultad muy alto para el que los profesionales deben ser formados, puesto que no todas las personas están capacitadas para desarrollar estas habilidades.