¿SER FELIZ EN EL TRABAJO?
Las personas actualmente buscamos ser felices y la situación laboral está relacionada con la felicidad. Así pues, quien tiene trabajo y en él cuenta con autonomía o capacidad de decisión, es más feliz que quien está en paro o tiene que ceñirse a unas directrices detalladas. Otros factores asociados a la satisfacción en el trabajo incluyen una supervisión basada en el apoyo, una posición valorada socialmente y seguridad física y económica. Una persona feliz laboralmente es más productiva y a la vez más feliz, ya que la relación entre la felicidad y la productividad es bidireccional, es decir, una persona satisfecha laboralmente genera mayor productividad, y viceversa, una persona productiva es más feliz en el trabajo.
¿Por qué sucede esto? El fin último del hombre es la supervivencia, adaptándose al medio en el que vive. Para nuestros antepasados los primates, la supervivencia estaba relacionada con conseguir alimento. Hoy en día ya tenemos las necesidades básicas cubiertas, avanzamos en la jerarquía de necesidades y nuestra supervivencia se basa en ser felices, en la cual juegan un papel fundamental el trabajo y las relaciones sociales. En consecuencia, uno de los medios a los que tenemos que adaptarnos es el profesional; un medio en el que tenemos que desenvolvernos sometido a cambios continuos.
La palabra cambio lleva asociado crisis, puesto que es una situación que nos genera una serie de miedos y sobretodo incertidumbre. La herramienta principal para sobrevivir a cualquier cambio o crisis, es manejar nuestra estructura de personalidad, es decir, conocernos a nosotros mismos. Esto implica saber cómo hay que actuar, cómo hay que pensar, y conocer de qué forma afecta a nuestras emociones, ya que estas influyen directamente en nuestras decisiones.
Así pues, las expectativas, los pensamientos que tenemos de lo que va a ocurrir en un futuro próximo, tienen un enorme impacto en cómo actuemos o en lo que nosotros decidamos para conseguir nuestro objetivo o nuestra meta. Y este efecto o impacto es aún más importante cuando se necesitan empresas o grupos resilientes. Cuando hablamos de resiliencia nos referimos a aquella persona o grupo de personas que tropiezan, fallan, fracasan y caen, pero que tienen la capacidad de levantarse, continuar y volver a triunfar. Es un ajuste saludable a la adversidad. De tal forma que la persona resiliente se sirve del optimismo fundado, ya que este pone en práctica 4 expectativas que nos llevarán a conseguir nuestros objetivos. En primer lugar las personas fundadamente optimistas cuentan con alta expectativa de control interno, que es la creencia de que en gran medida lo que le ocurra a uno en su vida dependerá de él mismo, de sus acciones. En segundo lugar, esta persona cuenta con alto grado en la creencia de que puede ejecutar con éxito la conducta requerida para conseguir los objetivos propuestos, es decir, alta expectativa de autoeficacia. Por otro lado, la expectativa de búsqueda de alternativas predispone a la persona a buscar otras formas de pensar y actuar ante los problemas. Y por último, hay una alta creencia de que conseguirá las metas que se proponga, es decir, una alta expectativa de éxito.
Así mismo, como sucede con las expectativas, hay ciertas características que nos predisponen a conseguir éxito profesional y mayor grado de felicidad. Por ejemplo, la extraversión y el bajo neuroticismo conducen a un mayor éxito en una situación en la que se tiene que llevar a cabo una negociación. Estas dos características predisponen a ser una persona asertiva, con más relaciones sociales, que no tiende a preocuparse o a experimentar miedos ni a sentirse inferior, y además controla el estrés porque piensa que tiene recursos suficientes para afrontar con éxito la situación. De tal forma que se potencia el bienestar y la seguridad, trayendo consigo a su vez, un estado de flow. Y este estado es congruente con lo que se conoce en el contexto del estrés en el trabajo como engagement, un concepto de la psicología positiva que se ha añadido al modelo del burnout como el lado opuesto a éste, considerándose así el burnout-engagement como un continuo desde el malestar al fluir en el contexto del trabajo. De tal forma que la persona que alcanza ese estado de flow, se siente autorrealizada, ve que avanza, que se enriquece con la experiencia de trabajar, promoviendo la plenitud, la congruencia. Cuando la persona experimenta un momento de autorrealización intensa está viviendo una experiencia cumbre, en la cual tiene la sensación de estar conectada con los elementos de su entorno, perdiendo la noción del tiempo, dejando de pensar en la actividad que realiza para experimentar lo que está viviendo con la mayor intensidad posible. Por todo esto, el trabajo nos proporciona felicidad, nos da vida.
Patricia Vicente Herrero