Hoy nos centramos en la envidia porque es un sentimiento negativo que contribuye a una calidad de vida peor. Vamos a ver porqué surge este sentimiento y a descubrir vías de escape para tratar de evitarla.
La felicidad general depende de la evaluación que realizamos sobre la satisfacción de los distintos ámbitos de la vida, como la familia, amigos o el trabajo. Así como de la evaluación de las experiencias afectivas que tenemos dentro de estos ámbitos.
El bienestar subjetivo, es decir este nivel de felicidad, está formado por dos aspectos, el cognitivo, que engloba la valoración sobre la satisfacción que hacemos de las cosas y el afectivo, que engloba los sentimientos que tenemos al hacer esa valoración. Por ejemplo, en el ámbito social, en el de los compañeros, amigos o conocidos yo valoro lo satisfecha que estoy con esas personas que forman parte de mi vida y que en mayor o menor grado son importantes para mi. Si lo valoro de forma positiva sentiré admiración o entusiasmo, mientras que si lo valoro de forma negativa sentiré envidia. Este sentimiento negativo significa desear lo que otras personas tienen.
¿Por qué surge esta envidia?
Una persona envidiosa siente así, porque hace una valoración de su vida y se ve incapaz de alcanzar aquello que tanto desea del compañero. Esta forma de sentir es inútil porque solo te deja pensar en lo que el otro tiene, y no en que tienes tú para poder conseguir eso que tanto deseas de la otra persona. Y es aún peor, cuando la envidia se convierte en insana, y solo focalizas en destruir al otro, te alegras de los fracasos de la persona envidiada.
Otro de los factores que determina la envidia es ser una persona que no se quiere a sí misma, que no se valora. Hablamos en este caso de personas con baja autoestima, porque perciben que sus éxitos reales son menores que los que realmente pretenden conseguir. Esta valoración de su valía personal se basa en diversos contextos, en la familia, en el trabajo o grupo de compañeros etc. Por tanto una persona se compara con el de al lado y desea lo que el otro tiene, disminuyendo aún más su autoestima
¿Qué hacer para ser personas menos envidiosas?
La gente no nace envidiosa, no es una capacidad innata con la que nacemos, sino que la adquirimos a lo largo de nuestra vida, por tanto podemos cambiarlo.
Como ya sabemos los sentimientos desencadenan una serie de emociones y las emociones se contagian, si yo me siento alegre mi madre o mi padre se sentirá más alegre o al menos contribuiré a que lo esté. De tal forma que si crecemos o vivimos en un entorno en el que es común la envidia, la crítica a aquel que tiene lo que yo deseo (ya sea materialmente como personalmente) desarrollaremos un patrón de envidia en el cual, no lucharemos por conseguir aquello que nos gusta de otra persona, no nos formaremos o trabajaremos para llegar aquello, sino que nos limitaremos a criticar y a alegrarnos de los fracasos de la persona envidiada.
Esta forma de actuar, nos genera malestar, rabia, ira, odio, que son emociones negativas que no contribuyen a nuestra felicidad.
Sin embargo, si nos centráramos en imitar a aquella persona envidiada o incluso la pidiéramos ayuda para conseguir lo que esa persona tiene, nos sentiríamos mucho más felices desde el punto de vista de que esas emociones no aparecerían y además nos sentiríamos autorrealizados por ir alcanzando aquello que más deseamos.
En segundo lugar, como decimos la autoestima tiene un papel importante en la persona envidiosa. Para aumentar esta autoestima hay que elogiarse y sobre todo cuando hay fracasos no castigarse. En vez de decir soy un fracasado, tras haber tenido un error, hay que decirse, me he equivocado. Esto quiere decir que no hay que etiquetarse con adjetivos globales.
Es importante trabajar esas fortalezas que tenemos, porque muchas veces no las valoramos y pensamos que no las tenemos, por eso las envidiamos de otras personas.
Por tanto, no hay que perder energía en odiar, en destruir a la persona envidiada, porque para conseguir lo que tanto deseas, lo que deseas del otro, se necesita mucha energía que estás malgastando odiando. Como he dicho, las emociones se contagian, por eso es importante educar a los niños en este aspecto. Primero no deben castigarse ante los errores, deben aprender a elogiarse y consecuentemente serán personas con menos envidia. Por otro lado, fomentar un entorno en el que por norma uno se centra en mejorar aquello que desean de otra persona y no en juzgar o criticar hará que sean personas más felices.
Hay que recordar que para ser felices tenemos que aprender a ser flexibles con uno mismo y con los demás.